Por Petra Saviñón
Cuando Julio Romero y Faride Raful eran compañeros de partido, nunca fue vista ninguna declaración de la senadora capitalina que busca la reelección contra ese político, ahora aspirante a alcalde de Santo Domingo Este por el Partido Fuerza del Pueblo. Antes no pasaba nada.
Ahora, en pro de seguir con su escaño en el Senado, esta política de quienes en su propia organización muchos dicen que su tasa de rechazo ha crecido, levanta su voz después de un tiempo silente frente a tantos temas acuciantes y critica un hecho que nunca había criticado.
La actitud de la legisladora de agarrar temas en tapete para sacar provecho es una constante que ya no tiene gran efecto, por sus evidentes contradicciones.
Es la misma que fustigaba a la gestión pasada por las alzas en los precios de los combustibles y que ahora calla. Esa mismita que dijo que este país era Macondo porque la gestión anterior levantaba un muro fronterizo y que cuando su gobierno lo continuó cesó los ataques.
La misma que en una discusión con un diputado en el Congreso y para sacar provecho al tema de la violencia de género, salió luego a hacer una marcha porque la reacción de su colega era una ofensa a la mujer.
Esto, cuando el verdadero ofendido había sido el primer poder del Estado, porque ambos estuvieron mal y los dos debían una disculpa a este país.
Estas son las cosas que marcan tanta incongruencia en este sistema permeado por los múltiples juegos de intereses, por tanto ver solo lo que nos conviene.
No, ombe, no.