Opinion

Libertad de expresión y ejercicio democrático: la gran amenaza que “jode” la FIL2023

Yo, Lauristely Peña Solano, en pleno ejercicio de mi rol como ciudadana comprometida con los derechos humanos asumo como opción ética oponerme a las políticas racistas y discriminatorias del Estado dominicano, eso implica el llamado a no participar en la Feria del Libro de Santo Domingo dedicada a Israel.

Como militante del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST), como escritora, gestora cultural y docente con más de 12 años vinculada al trabajo cultural y artístico, firmé el manifiesto llamando a la reflexión-acción respecto al estado actual y prospectivo de las políticas públicas que se aplican en el presente y orientan el futuro de mi país, preocupada por la profundización de políticas de persecución racista y la alianza entre el Estado dominicano y un régimen de apartheid como el de Israel, así reconocido no solo por las principales organizaciones de derechos humanos del mundo sino también por miles de intelectuales judios, firmé un llamado a no participar junto a otras 260 personas que comparten las misma preocupaciones y posición al respecto.

La adhesión a este documento, junto a figuras de la talla académica y literaria de Angela Davis, Lorgia García, Elizabeth Acevedo, etc., ha sido incomprendida por algunos, atacada por otros, aplaudida también… Como dice el compañero Henry Morel, “tenemos derecho a no participar en el homenaje al Estado genocida de Israel en la Feria del Libro”. Sin embargo, se evidencia en los escritos de varios partidarios de la participación en la FILSD2023 en homenaje a Israel, que ellos no reconocen nuestro derecho a no participar, se pretende estigmatizar y criminalizar esta legítima decisión que hemos tomado. Lo que me lleva a reflexionar ¿por qué se ataca de manera tan  violenta el derecho de las personas a la libre elección de simplemente no participar? ¿Acaso no deberían estas actitudes considerarse antidemocráticas y profundamente autoritarias?

Al parecer es importante aclarar que el llamado a no participar, tiene como única implicación, lo que refiere de manera literal, no participar, no asistir… reflexionar. En ningún momento se han promovido manifestaciones de corte violento. La meta que nos trazamos al firmar este documento y manifestar nuestra perspectiva la hemos logrado y es poner en la palestra pública un tema importante que ha movilizado las reflexiones de artistas, intelectuales y ciudadanía a nivel nacional e internacional, como lo es la grave situación de censura y persecución racista que se vive en la República Dominicana y de la que he sido víctima directa con la censura a un libro que edité y del cual diseñe la guía metodológica, por el simple hecho de ser bilingüe en español y creole.

Para medir el pulso del debate público, comencé a consultar artículos sobre el tema y sí, me enorgullece el hecho de que logremos movilizar sensibilidades y posiciones firmes contra las políticas y prácticas que socavan los Derechos Humanos en República Dominicana y Palestina.

Por el lado contrario, leo artículos pasionales unos, ecuánimes otros, aunque desinformados o insensibles; otros llenos de epítetos innecesarios que hacen un mal intento por manipular el enfoque de nuestra denuncia, como si más que un llamado a no participar estemos invitando a bloquear acceso de las niñas y los niños de las escuelas del país, quemar libros o censurar a escritoras y escritores. Se nos acusa  de “promover el pensamiento único”, nos comparan con las corrientes de ultraderecha que abogan por la pira de libros y desaparecer poemas (unos tremendismos manipuladores cortesía de José Rafael Sosa). ¿Porque ejercemos derechos ciudadanos básicos como la libertad de expresión?, ¿porque aspiramos a un Estado democrático en el que el disenso sea valorado como un aporte a la construcción de conocimiento y desarrollo de la conciencia?

Tras leer una veintena de textos de personas del “mundillo cultural”, comenzó a resonar la paradoja de la tolerancia. Los trujillistas alegan que quienes rechazan la incorporación del asesino Ramiro Matos a la ADH son intolerantes; los neonazis alegan que amenazar de muerte a quienes llaman “traidores” es libertad de expresión; los defensores del ministerio de cultura y la FILSD2023, consideran que es “intolerante” no participar en un homenaje a un Estado genocida o rechazar la persecución racista en República Dominicana, todos son ejemplos de cómo se invierten los conceptos y se manipula el discurso para beneficio de la hegemonía.

Veamos algunos ejemplos de esto en algunos de los artículos que han aparecido en defensa de que la FILSD2023 esté dedicada a Israel. Vladimir Tatis cree que quienes llamamos a no participar estamos “jodiendo la feria”. Pero, ¿realmente es así? ¿Cómo exactamente “jodemos la feria” quienes optamos por no participar? ¿No era previsible que la decisión de homenajear a un Estado genocida y racista inhibiría a escritoras como Mayra Santos Febres y Angie Cruz de participar, dado su compromiso social?”

Tatis comenta que “hay que ser ilusos para creer que boicoteando la feria vamos a resolver el conflicto de los israelíes con los palestinos o el de los dominicanos con Haití”, la ilusión y manipulación está en la idea hegemónica de que ninguna acción puede contra las grandes potencias y los grandes conflictos políticos, es una ilusión irresponsable que desconoce el poder de la acción ciudadana, ¿o acaso anular el sentido crítico o subyugarlo a la inercia  es una opción política que tiene mayor poder de cambio y resolución de ambos conflictos?

¿La declaratoria de no participación del grupo de intelectuales, artistas y ciudadanos “jode” más la feria que la tradicional corrupción administrativa, mal manejo de recursos, desorden y negación de derechos culturales que caracteriza cada año a la feria? ¿Cómo la demanda de derechos humanos y ciudadanos podría joder un evento cultural?

¿Debo participar románticamente en un evento cuyos responsables declaran abierta y públicamente su incapacidad para garantizar derechos como la no censura y la no discriminación? Esas son declaraciones que hiciera el Director de la Feria del Libro Johan Ferrer tras mi exigencia de respuesta a las mismas cuestiones durante el Foro Consultivo que se realizó en enero con escritoras y escritores.

Los textos de Aquiles Julián no merecen esfuerzos de análisis pues están basados en falacias lógicas, epítetos risibles y un esfuerzo ya manido por desviar el foco del asunto, lo mismo hace José Rafael Sosa. Cuando hablamos de políticas públicas, no importa quién sea el o la funcionaria pública que las ejecute, no importa que nos unan largas historias familiares o de amistad, la admiración que podamos tenerles como artistas o intelectuales, lo que importa es que esa persona tiene en sus manos un puesto o función pública que le confiere el poder de tomar decisiones que afectan el curso de las vidas de todas y todos, así que es nuestra responsabilidad separar a la persona de la función pública y su rol como ejecutante de políticas públicas para mantener posiciones críticas que aporten las diversas perspectivas que, de ser tomadas en cuenta, enriquecerán el quehacer político y democrático de quienes trabajan en el servicio público. Especialmente cuando se participa en un gobierno abiertamente racista que detiene a mujeres embarazadas en los hospitales y deporta a niños y niñas sin compañía de sus familiares o cuando se organiza un homenaje a un Estado genocida como el de Israel.

Al Sr. Sosa le parece que es lo mismo un llamado a boicot mediante la no participación que prohibir obras de teatro y censurar textos. Ejercer el derecho a la no participación y libertad de expresión “es una actitud totalitaria y peligrosa” es “jugar al pensamiento único es suicidio potencial intelectual”. El señor Sosa confunde profusamente conceptos y osa comparar un llamado a la no participación, que nunca ha violentado la opción libre y democrática de quienes sí optan por participar, con la violencia y acoso que sufrimos el año pasado las personas que fuimos perseguidas  por un grupo terrorista y paramilitar que amenazó, literalmente, con quemarnos y quemar nuestro libro, dando como resultado la censura Estatal de un libro infantil con la cancelación de las actividades ya programadas. Pues no, no es lo mismo el fascismo y el antifascismo, el racismo y el antirracismo, no es lo mismo el ejercicio de la libertad de expresión que la censura estatal. Nuestra posición no violenta a nadie, no niega derechos, no amenaza y no persigue. ¡No es lo mismo! Lo invito a revisar su sensibilidad y respeto por las personas que resistimos y luchamos en situaciones que usted siquiera alcanza a imaginar.

A Victor Andrés De Oleo solo le recomendaré informarse mejor pues el hecho de que él desconozca las luchas, denuncias y acciones ciudadanas que cuestiona, no significa que no existan y que todo surgiera por generación espontánea. Es ridículo cuestionar el compromiso antirracista de Angela Davis o Lorgia García, la coherencia del historiador israelí Ilan Pappé, muchas de las personas que han firmado tienen muchos años denunciando y oponiéndose a las políticas opresivas del gobierno dominicano y de otros gobiernos. También es inaceptable que se diga que los firmantes del manifiesto son simples peleles manipulados.

Es curioso que, en nombre de la democracia, se señale como amenaza y acuse de “gran peligro”  a quienes nos atrevemos a ejercer la más genuina manifestación de la democracia, la oposición a lo establecido como discurso hegemónico. El llamado a no participar, pasó de pronto a llamarse boicot y me encanta, lo defiendo en toda la resistencia y poder que nos confieren por un hecho que para las personas firmantes es natural, la puesta en común de la crítica y la oposición.

Asistiré y defenderé las ferias del libro que respeten su rol en cuanto a la formación crítico-ciudadana, que respeten el quehacer artístico y la libertad de expresión, ferias en las que Ana Belique pueda presentar su libro infantil, en las que Inka pueda cantar y alzar la bandera del orgullo sin ser censurado, en las que Michelle Ricardo pueda recitar sus poemas sin ser amenazada de muerte por los aliados neonazis del gobierno, en las que podamos escuchar a escritoras y escritores palestinos e israelíes críticos, etc. Boicoteamos la feria para defender la feria.

Autora: Lauristely Peña Solano (Bohío Viejo, 1989) escritora, gestora cultural y docente.