Opinion

Las respuestas nefastas a la falta de atención gubernamental

Por Petra Saviñón

Las desigualdades fomentan la angustia, la impotencia pero igual, la irritación, la violencia y anulan el raciocinio, la capacidad de reflexionar para dar paso a reacciones desacertadas y a veces terribles.

Una población expuesta a maltrato continuo, a vejámenes de sus autoridades puede actuar de forma desesperada en lo colectivo y en lo individual.

La falta de servicios básicos, la desfachatez de algunos servidores públicos, su indiferencia, falta de respuesta y su deshonestidad son material inflamable que hace arder la paja más mojada.

Un individuo expuesto a situaciones injustas desde los estamentos que están para protegerlo, puede recurrir a los canales legítimos, que no siempre son respetados por los gobernantes y si no consigue contestación, apocarse o al contrario, actuar de modo que le lastime y lastime a otros.

Podría incluso atentar contra su vida y/o la de los que provocan su tormento en actos de esos que acaparan la atención de la prensa, que no vio el antes y que quizás no de seguimiento para conocer el después.

Cuando los abusos son a una colectividad, están los métodos constitucionales como la huelga, que a veces traen de la mano el desorden, el vandalismo, de gente que no sabe manejar su enojo o que quiere sacar partido.

Si los mandatarios tampoco hacen caso a esa herramienta, las comunidades entienden que sus reclamos no valen la pena o los acrecientan, con consecuencias evitables. Solo basta escuchar, respetar al ciudadano. Alguna vez debe ser.

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Roberto Carlos Poche de Leon

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